En servicios informáticos nos encontramos, a menudo, que el proveedor se empeña en vendernos multitud de servicios que probablemente ya dispongamos por otros medios y que no podemos separar de ese proveedor, ya que tenemos un gran recorrido con ellos y no tenemos la necesidad de cambiar. Por mucho que nos empeñemos, el cliente necesita lo que necesita y no siempre coincide con el servicio que nos empeñamos en venderle. No olvidemos que la Navaja de Ockham nos indica que normalmente la respuesta más sencilla es la correcta.
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Podemos empezar explicando lo que es la Navaja de Ockham para los que no tengan claro:
En ciencia, este principio se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos. En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable y ciertamente no es un resultado científico. «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera», según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que en condiciones idénticas se prefieran las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría. Así pues, de acuerdo con este principio, no debería preferirse una teoría simple pero con pocas evidencias sobre una teoría compleja pero con mayores pruebas.
La navaja de Ockham se aplica en casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos.
La denominación de navaja de Ockham apareció en el siglo XVII, y con ella se expresaba que mediante ese principio, Ockham «afeitaba como una navaja las barbas de Platón», ya que de su aplicación se obtenía una notable simplicidad ontológica, por contraposición a la filosofía platónica que «llenaba» su ontología de entidades (además de los entes físicos, Platón admitía los entes matemáticos y las ideas). Desde una perspectiva ontológica, pues, la aplicación de este principio permitió a Ockham eliminar muchas entidades, a las que declaró innecesarias. De esta manera se enfrentó a muchas tesis sustentadas por la escolástica y, en especial, rechazó la existencia de las especies sensibles o inteligibles como intermediarias en el proceso del conocimiento, y rechazó también el principio de individuación, al que calificó de especulación vacía e innecesaria.
Fuente Wikipedia
Imagínate que eres un chef en la cocina de un restaurante superpopular. Tu trabajo es crear platos deliciosos que hagan que los clientes se vuelvan locos y quieran volver una y otra vez. Ahora, podrías pensar que para impresionar a tus comensales necesitas usar ingredientes exóticos, técnicas culinarias ultramodernas y presentaciones dignas de un cuadro de arte abstracto. Pero, ¿y si te digo que a veces lo más simple es lo más efectivo?
A veces lo más simple es lo más efectivo
Aquí es donde entra en juego la navaja de Ockham, pero aplicada al marketing digital. Verás, la navaja de Ockham es un principio que dice que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta. En otras palabras, no compliques las cosas si no es necesario.
Ahora, volvamos a nuestra cocina digital. En el mundo del marketing online, a menudo nos encontramos con un montón de herramientas, estrategias y tácticas que prometen resultados espectaculares. Es como si tuviéramos una alacena llena de especias exóticas y electrodomésticos de última generación. Pero, ¿realmente necesitamos todo eso para cocinar un plato delicioso?
Estrategias Claras y bien ejecutadas
La navaja de Ockham nos dice que no. De la misma manera que un buen chef puede hacer maravillas con ingredientes simples y frescos, un buen marketero digital puede lograr resultados increíbles con estrategias claras y bien ejecutadas.
Pensemos en el SEO, por ejemplo. Podrías pasarte horas y horas tratando de descifrar los últimos cambios en el algoritmo de Google, obsesionándote con técnicas de blackhat SEO o comprando enlaces en masa. Pero, ¿sabes qué? La receta más simple suele ser la más efectiva: crea contenido valioso, asegúrate de que tu sitio sea fácil de usar y optimiza para las palabras clave correctas. Es como hacer una buena pasta: no necesitas 20 ingredientes, con unos pocos de calidad puedes crear algo increíble.
¿Y las Redes Sociales?
O hablemos de las redes sociales. Podrías estar todo el día saltando de una red a otra, tratando de estar en todas partes al mismo tiempo. Pero la navaja de Ockham nos sugeriría centrarnos en las plataformas donde realmente está nuestro público objetivo y crear contenido de calidad para ellos. Es como elegir el vino perfecto para tu plato: no necesitas una bodega entera, solo la botella correcta.
En el email marketing, la tentación de usar diseños complicados y copy súper elaborado es grande. Pero a veces, un mensaje simple y directo puede ser mucho más efectivo. Es como servir un filete perfectamente cocinado: no necesita salsa ni guarnición, su sabor habla por sí solo.
Y qué decir de la analítica web. Podríamos ahogarnos en un mar de datos, métricas y KPIs. Pero la navaja de Ockham nos recuerda que debemos centrarnos en los indicadores que realmente importan para nuestro negocio. Es como elegir los ingredientes para tu plato estrella: no necesitas toda la despensa, solo los elementos clave.
Cuidado no te pases
Ahora bien, esto no significa que debamos simplificar todo hasta el punto de la ineficacia. Al igual que un chef necesita dominar ciertas técnicas y conocer una variedad de ingredientes, nosotros como marketeros digitales debemos estar al tanto de las últimas tendencias y herramientas. La clave está en saber cuándo usarlas y cuándo no.
La belleza de aplicar la navaja de Ockham al marketing digital es que nos ayuda a mantenernos enfocados en lo que realmente importa. En lugar de dispersarnos en mil direcciones diferentes, nos permite concentrar nuestros esfuerzos en las estrategias que sabemos que funcionan.
Además, esta aproximación más simple suele ser más sostenible a largo plazo. Es como mantener una dieta equilibrada en lugar de hacer dietas milagro: puede que no veas resultados espectaculares de la noche a la mañana, pero a la larga, es mucho más efectivo y saludable.
Comunicación con los clientes
Otra ventaja de este enfoque es que facilita la comunicación con los clientes. Cuando puedes explicar tu estrategia de manera clara y sencilla, es más probable que el cliente la entienda y confíe en ti. Es como cuando el camarero puede explicarte cada ingrediente de tu plato: te sientes más seguro de lo que estás a punto de comer.
En resumen, aplicar la navaja de Ockham al marketing digital es como ser un chef minimalista: usas pocos ingredientes, pero los eliges con cuidado y los combinas de manera magistral. El resultado es una estrategia de marketing digital que es efectiva, fácil de entender y de implementar, y que se centra en lo que realmente importa para tu negocio.
Así que la próxima vez que te encuentres abrumado por todas las opciones del marketing digital, recuerda la navaja de Ockham. Pregúntate: «¿Cuál es la forma más simple de lograr mis objetivos?». A menudo, la respuesta a esa pregunta será tu mejor estrategia. Y quién sabe, puede que descubras que, al igual que en la cocina, en el marketing digital menos es más.
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